domingo, 27 de diciembre de 2015

Sobre un poeta sevillano

Era alto el deseo
y caro el precio a pagar,
pero ellos no lo sabían
ni pudieron anticipar
la pequeña y veloz bala
que la tercera franja de su bandera
pudo atravesar

Por aquel hueco manchado de sangre,
se fue toda esperanza, alegría y bienestar
y volvió otra vez media España a bostezar

Se vio forzado entonces el poeta
a hacer las maletas y su país dejar,
porque aunque media España compartía sus ideales,
la otra media lo quería matar

Adiós campos de iracunda belleza,
adiós a este paisaje que tengo que dejar.
Aunque tu belleza permanente no me deje de mirar,
me despido sin dar un sollozo o llorar.
Sintiendo como el marrón de mi piel queda en parte contigo,
cierro la puerta lentamente y me despido con un suspiro

Sin embargo, lejos,
él recordaba su tierra:
Soria, patria mía —decía—,
aún recuerdo tus campos, Castilla
Soria, tierra mía,
aún sueño con algún día
poderte alcanzar.

Y se apagó entonces la llama
ya vieja, aunque a la vez nueva, pero desgastada,
que dio luz por tantos años
al poeta sevillano.

En su tierra las balas cesando estaban,
dirás, iluso, "buena señal"
no te culpes por no acertar.
En la radio de la vida,
ya iba parando de sonar
el Himno alegre y animado
por la Marcha Real.
 Yo

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